Hace 125 años se realizó la primera proyección pública del cinematógrafo de los hermanos Lumière, un hito que recordamos hoy junto al Festival Internacional de Cine Valdivia presentando de forma especial 10 películas del cineasta chileno José Luis Torres Leiva en PLAY FICValdivia
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Historia
Un 28 de diciembre de 1895 se realizaba la primera proyección pública y colectiva del cinematógrafo de los hermanos Lumière. Ciento diez años después, un joven realizador chileno era parte del FICValdivia 2005, con un cortometraje cuyo nombre evocaba la primera película exhibida en la historia.
En ese mismo certamen participó con su primer largometraje documental, el cual en su plano de partida también homenajeaba a los hermanos franceses iniciadores del cine. Ese programa doble en Valdivia no sólo marcaba la presentación en sociedad del que sería uno de los más grandes autores chilenos, sino que también instalaba una declaración de principios, inaugurando una filmografía sin igual, basada en la exploración de la propia historia del cine, releyéndolo desde sus orígenes para rescatar la esencia de las primeros experimentos fílmicos de fines del Siglo XIX en pleno Siglo XXI.
Lo magno de dicho proyecto contrasta con lo humilde y tímido de su figura, un cineasta atento, con una gran capacidad de observación y de escucha, la cual vuelca en obras que experimentan el sonido, la duración del plano y la relación visual sujeto-objeto sin subordinar una a la otra.
Esto, que en una primera lectura podría parecer o conllevar una obra fría, cual científico de aséptica y objetiva mirada, en su caso se vuelve lo contrario por su profundo amor al cine, a la naturaleza y a las personas que se desenvuelven en sus precisos encuadres, registrados a una cariñosa distancia que permite comenzar a sentir lo que hay más allá del propio registro.
Esa suspensión en el tiempo, su capacidad de ir de la coreografía de los cuerpos hasta la humanidad de los rostros, de la gran niebla a la revelación del pequeño detalle, con una cámara capaz de despegarse de lo humano para captar el follaje pero nunca dispuesta a evidenciar el morbo, convierten a José Luis Torres Leiva en un artista no sólo capaz de preservar el legado de los pioneros del cine sino que también en el encargado de continuarlo gracias a disponer de algo que ellos no tuvieron: la posibilidad sonora.
En efecto, el trabajo de amplificación del cuadro y lo que se encuentra fuera de él gracias al sonido hacen de la obra de Torres Leiva una experiencia sensorial en sí misma, como si su obra también pensara en aquellos que no tienen la fortuna de hablar, de escuchar, de ver. Si bien a nivel narrativo su cine se libera del anclaje y predecibilidad del argumento basado en el conflicto central, hay tópicos recurrentes en su filmografía: el compañerismo, el amor, las pequeñas acciones, los destellos de felicidad, la presencia de lo que será inevitable, la búsqueda de la pequeña historia en vez de la gran épica.
Justamente esa falta de épica y su amor por el cine más que al marketing y la idea industrial que lo rodea, han hecho que su filmografía no sea todo lo conocida que merece. Por lo mismo como FICValdivia esperamos contribuir a dicho conocimiento con esta colección de 10 obras, todas ellas exhibidas previamente de manera presencial en nuestro festival, un certamen que es lo que es gracias a la existencia de José Luis Torres Leiva.